- Más allá del vehículo eléctrico - 25/11/2021

Más de una década ha pasado desde que el primer coche de propulsión eléctrica de fabricación en serie llegase a nuestro país. Diez años en los que la situación tanto del mercado de vehículos eléctricos como de la red de recarga en España, han avanzado notablemente. Sin embargo, el camino hacia una movilidad más sostenible y respetuosa con el Medio Ambiente sigue siendo largo y empinado.
Cuando hace esos mismos diez años empecé a conducir un VE, se reían de mí. Ser pionero tiene su precio. Sin embargo, a pesar de contar con una autonomía escasa, de apenas 100 kilómetros, me venía bien para mis distancias cotidianas. Con una media de 40.000 kilómetros al año, nunca me quedé tirado.
Aquellos tiempos fueron más bien de exploración y no tienen nada que ver con la actualidad. La movilidad eléctrica en nuestro país ha avanzado mucho, por ejemplo, con flotas 100% eléctricas de la policía, el ayuntamiento o las empresas de logística. Se puede decir que en la actualidad la movilidad eléctrica es una realidad mucho más tangible.
Un paso pionero, una experiencia de conducción muy positiva
En 2011 empecé a conducir un Nissan Leaf. Las primeras semanas fueron de adaptación a la autonomía más reducida en comparación con un coche de combustión. Sin embargo, fue una gran sorpresa. Muy positiva, porque pasé a conducir un vehículo muy silencioso, muy fácil de conducir.
Una adaptación que llega hasta la actualidad. Poco a poco han sido muchos los que han hecho el cambio hacia la movilidad eléctrica. Prueba de ello es el aumento sustancial de las matriculaciones de este tipo de vehículos. No obstante, aún se observa reticencia al cambio cuando analizamos el detalle de esas matriculaciones y vemos que los híbridos enchufables aún tienen un tirón.
En este sentido, no hay que perder de vista que los impuestos a la combustión en toda Europa van a hacer que los precios se inviertan. En Noruega, por ejemplo, un coche como el Volkswagen Golf, que tiene todos los tipos de motores como gasolina, diésel, gas y eléctrico, el más caro es precisamente el diésel.
Acelerar el cambio, pero ¿cómo?
La capacidad de fabricación de las marcas va a ser clave en esta transición. Ahora mismo las marcas están colapsadas por problemas en los tiempos de entrega y la reconversión de las fábricas de vehículos de combustión.
Una situación que se ha visto agravada por los problemas de suministro de chips y semiconductores en los últimos meses. Y es que la pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de la industria automovilística europea, entre otras.
Y aunque este es un problema que está afectando a otros sectores industriales, el automovilístico lo ha añadido a los que ya tenía con, por ejemplo, las baterías.
Sin embargo, problemas macroeconómicos aparte, lo principal es que se reduzcan los precios al consumidor. Los vehículos eléctricos deben equiparar su precio a los de combustión para que el cambio sea más rápido. Si bien la llegada de modelos eléctricos más asequibles será sin duda un balón de aire fresco para el mercado.
La concienciación del usuario, clave en el cambio
El paso a lo eléctrico tiene un claro componente ideológico. La concienciación ambiental que tienen la mayoría de usuarios de vehículo eléctrico es clave y, muchas veces, es la primera motivación que tienen para adquirir uno de estos vehículos.
Sin embargo, no siempre fue así. En 1985 cuando comencé mi labor la consciencia por el cambio climático era mínima, sólo se comentaba cuando había cambios meteorológicos extremos. Pero a nivel de la ciencia, había muchas dudas porque la maquinaria de defensa del petróleo lavaba la imagen de este tipo de energía.
Por otro lado, en el caso de España estábamos justo saliendo de una etapa ascendente en la economía, y todos los desperdicios que había generado este desarrollo económico, habían contaminado los ríos, los bosques y el paisaje, en definitiva. A partir de aquí, la influencia de nuestra especie sobre el medio natural comienza a ser cuestionada.
Además, es en ese momento cuando en Catalunya comienzan los cambios. Las administraciones empiezan a diseñar políticas de gestión de aguas residuales o a cuestionarse la manera de construir viviendas y hoteles en la costa, también la construcción de barrios en zonas críticas en cuanto a la meteorología.
En este sentido, aunque la evidencia científica sobre el impacto de la contaminación sobre el medio ambiente está cada vez mejor fundamentada, sigue habiendo incrédulos. Pero al final, la conclusión es que nuestra especie es frágil, la pandemia lo ha demostrado. Hemos de poner más atención.
Hace muchas décadas que no toleramos que el agua sea turbia, pero seguimos tolerando que el aire lo sea. Es porque no lo vemos, aunque seamos conscientes, pero un tercio de casos de asma infantil en Barcelona tienen una relación directa con la contaminación atmosférica, según un estudio del Hospital maternoinfantil Sant Joan de Déu en Barcelona. Por lo tanto, la evidencia está ahí, hay que cambiar de rumbo.
Coche eléctrico si, pero no sólo
La adquisición de un vehículo eléctrico no es suficiente para frenar la contaminación ambiental. Aunque está claro que es fundamental, además ayuda a reducir la contaminación acústica que también es importante para el bienestar.
Por otro lado, además del coche eléctrico existen otros vehículos como la moto y la bicicleta eléctrica, que en ciudades como Barcelona, son importantes.
También a nivel de componentes este cambio ofrecería mejoras importantes en la calidad del aire. Por ejemplo, las pastillas de freno del coche de combustión generan residuos de partículas cancerígenas. En cambio, el coche eléctrico minimiza el uso del freno convencional, porque en este tipo de vehículos, prima el freno del mismo motor.
En una ciudad lo ideal es usar el transporte público o caminar, pero para ello se necesita diseñar ciudades para las personas, con espacios verdes para que sea más limpia. Por lo tanto, el coche eléctrico sí contribuye, pero hace falta más.
Energías renovables y autoconsumo
A día de hoy, las energías renovables no pueden sustituir a los combustibles fósiles aún, pero el ritmo de crecimiento de la fotovoltaica, y en menor medida, la térmica, es exponencial. La curva de adopción es inmensa. La energía eólica también juega un papel importantísimo por lo que en diez o quince años España será uno de los líderes mundiales sin duda.
Aquí jugará un papel esencial el autoconsumo. Estas instalaciones de energía fotovoltaica vienen a democratizar la producción de energía y eso es fundamental. Que haya grandes empresas energéticas en la producción de renovables es normal y deseable, pero aprovechar el tirón del autoconsumo para que el ciudadano particular tenga un papel protagonista en esta cuestión va a ser clave.

Y es que, en plena crisis por el precio de la energía, el impacto sobre el bolsillo de los consumidores está siendo palpable. En este sentido, la energía debería ser lo más económica posible, en el caso español veremos cómo será así en los próximos años.
Precisamente se conseguirá gracias a la producción de renovables. Prueba de ello es que el pasado mes de febrero, con un 61% de la electricidad producida por renovables, el precio cayó en picado. Se trata pues de una revolución sin duda, y no hay que olvidar, que hoy en día las revoluciones se dan muy rápido.
La anhelada interoperabilidad
Aún hoy es muy complejo el proceso de carga. Una única aplicación que abra las puertas a todos los puntos de carga sería lo ideal. Ahora existen muchas aplicaciones, unas se usan de una manera, otras de otra, según al lugar que vayas. Se hace muy complicado.
Para los conductores de vehículo eléctrico más experimentados, no es preocupante ya que ya tienen sus rutinas para la recarga. Pero sí lo es para los nuevos conductores. La agilidad y facilidad que supondría establecer unos criterios más uniformes en cuanto a los protocolos y las tarifas, simplificará el proceso y ayudará a fomentar el impulso hacia la movilidad eléctrica.
No nos olvidemos que la electricidad llega a todo el territorio, debería ser más sencillo que colocar un depósito de gasolina bajo tierra. Es evidente que hay ciertos operadores energéticos para quienes no es interesante desarrollar infraestructuras de recarga. Sin embargo, esto debería cambiar en pro de la evolución y del Medio Ambiente.