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Alessio Beninati
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Seguros Vehiculo Electrico
Foto: Seguros en los Vehículos Eléctricos en Pixabay

La evolución del automóvil a lo largo de la historia ha estado estrechamente ligada a dos factores fundamentales: el primero, la motorización, el segundo, y quizá más relevante, la incorporación de elementos de mejora de la seguridad.

Una seguridad tanto del conductor del coche como de sus ocupantes que han sido elementos primordiales en el desarrollo de cientos de modelos de vehículos de uso privado. Desde la incorporación de los primeros parabrisas allá por los años 20 del siglo pasado, hasta hoy con la incorporación de sistemas de asistencia a la conducción. Éstos buscan reducir drásticamente la siniestralidad y en la actualidad la Unión Europea obliga a los fabricantes de automóviles a instalarlos en todos los vehículos nuevos.

Con esta medida el organismo europeo pretende evitar 25.000 muertes y alrededor de 140.000 heridos graves hasta el año 2038.

¿Qué son los sistemas ADAS? 

Los sistemas ADAS, por sus siglas en inglés, son Sistemas Avanzados de Asistencia a la Conducción. Sin embargo, como su propio nombre indica, son sistemas que ayudan al conductor pero no son en ningún caso, un piloto automático. Los más habituales son el asistente de cambio involuntario de carril, el detector de tráfico cruzado, control de crucero adaptativo, detector de peatones y freno autónomo de emergencia. 

Todos ellos se han concebido para mejorar la seguridad de la conducción y reducir la siniestralidad. Sin embargo, abren nuevas incógnitas y escenarios en otros campos como puede ser el de las aseguradoras.

En este sentido, en Reale entendemos que un grupo asegurador desempeña un papel clave en el sistema de producción de los automóviles porque contribuye a su “seguridad» y, por tanto, permite indirectamente su desarrollo estable a largo plazo.

Y es que la tecnología ha conseguido avances muy importantes en las últimas décadas. Si echamos la vista atrás, vemos que los sistemas ABS se introdujeron en los años 70 del siglo XX. Pero ese fue solo el principio, en la actualidad hablamos de que los coches podrían conducir solos de aquí a muy poco tiempo.

Aquí la conducción autónoma es el quid de la cuestión pero plantea retos a varios niveles, entre otras cosas porque su uso e implantación entra en conflicto con algunos aspectos de la legislación. 

La conducción autónoma en Europa ha despertado inmediatamente un gran interés, aunque el bombo no ha sido el mismo que en Estados Unidos, cuyos actores han sido más reactivos.

Dicho esto, los distintos países europeos se han movido de forma independiente y sin una hoja de ruta común. Así pues, el norte ha podido desempeñar un papel pionero, realizando las primeras experiencias. De cerca le han seguido países como Alemania y Francia, ambos bastante atentos al desarrollo de este nuevo tipo de movilidad.

Desgraciadamente, Italia va un poco retrasada en esta fase, pero poco a poco van surgiendo algunas oportunidades interesantes gracias al marco normativo existente como el Decreto Smart Road y el llamado «Derecho a innovar». 

Esto ha hecho que surjan nuevas experiencias en la vía pública de minibuses autóctonos de conducción autónoma dedicados al transporte de pasajeros. Ejemplos de ello son el proyecto «Show» en Turín o «Ride2Autonomy» en Reggio Emilia, en las que muy probablemente participará el grupo Reale Mutua como asegurador.

Vehículos preparados tecnológicamente pero la legislación no

Aunque la tecnología permite una conducción autónoma prácticamente completa, su implantación sigue siendo paulatina. Esto es fundamentalmente porque se producen situaciones complejas legalmente cuando se desencadena un siniestro. Desde Reale pensamos que es esencial que el marco normativo esté ya adecuadamente definido.

Todavía queda mucho camino por recorrer antes de que podamos ver un número significativo de vehículos de conducción autónoma de nivel 3 y, por consiguiente, 4 y 5, circulando por Italia y otros países europeos. 

Así pues, aunque la tecnología ha seguido avanzando la conducción autónoma aún presenta distintos niveles de independencia del conductor. Así por ejemplo, hay que tener en cuenta que el nivel 3 y el nivel 5 son ligeramente diferentes en términos de actividad humana y proactividad.

En el nivel 3, el conductor debe ser capaz de intervenir y tomar el control del vehículo en caso de peligro evidente. En el nivel 5, en cambio, no se requiere nunca la intervención humana y los pasajeros pueden «olvidarse» de su gestión.

En este contexto, ni que decir tiene que habrá que revisar los ámbitos de responsabilidad; es decir, quién asume lo que ha pasado, quién dice “ha sido culpa mía”. Es lógico, un vehículo autónomo, por su naturaleza, exime al conductor de responsabilidad al estar la tecnología decidiendo qué ocurre en cada momento. Esta tecnología, a su vez, está tomando decisiones en base a parámetros numéricos y algoritmos teóricamente neutros y sin ambigüedades, eliminando “el factor humano”. 

Pero como sabemos, algunas cosas ya están cambiando. En Italia, por ejemplo, observamos un fuerte interés por parte del legislador que se está preparando para afrontar nuevos retos en el campo de la conducción autónoma, concediendo autorizaciones para experimentos ad hoc en todo el país.

Por otro lado, no hay que olvidar la parte vinculada a la homologación de determinados tipos de vehículos de conducción autónoma que tienen que afrontar un proceso burocrático bastante complejo para recibir las autorizaciones necesarias para circular.

Inteligencia artificial en vehículos pero también en carreteras 

Una conducción autónoma que relegamos exclusivamente al papel de los vehículos, pero que debe contemplar también las vías por las que éstos deben circular. 

Y es que los límites reglamentarios del vehículo ya se han mencionado en parte pero si los vehículos están tecnológicamente «listos», las infraestructuras no lo están tanto porque aún están lejos de los estándares mínimos necesarios.

Hacer viable la conducción autónoma significa crear entornos adecuados para ello. Si dedicamos carriles ad hoc en un contexto en el que participen en el tráfico vehículos antiguos y vehículos modernos, permitiremos que coexistan de forma segura, con el menor impacto posible en el tráfico.

Sobre todo porque el parque automovilístico actual es muy antiguo, rozando los 12 años de media en muchos casos.

En este sentido, los vehículos inteligentes deben ser capaces de «dialogar» con las infraestructuras fijas y móviles para recoger información útil para su conducción. Por ejemplo mediante el uso de señales inteligentes avanzadas, que deben ser preparadas adecuadamente por las autoridades locales.

Vehículos autónomos pero también conectados

Hablamos de vehículos que son capaces de conducir por sí mismos, pero también debemos hablar de su conectividad. Aquí la capacidad del vehículo para dar información sobre multitud de aspectos amplía el espectro de coberturas en los seguros y de las responsabilidades.

Porque los vehículos más avanzados están llenos de sensores de todo tipo y son capaces de recoger una cantidad de información inimaginable hace unos años.

Y es que si analizamos las nuevas categorías de riesgo potencial, hay algunas directamente vinculadas al ámbito tecnológico. En particular, los posibles riesgos ciberterroristas. Así pues, los programas de navegación y gestión de vehículos podrían, al igual que otros dispositivos tecnológicos, correr el riesgo de ser pirateados por terceros malintencionados.

Por tanto, los productores de estos programas tendrán que garantizar sistemas de seguridad muy elevados, pero al mismo tiempo las compañías de seguros tendrán que estar dispuestas a desempeñar su papel.

Reale está trabajando en esta línea y se ha especializado desde hace tiempo en la producción de coberturas de seguros vinculadas al Ciber Riesgo. 

Teniendo en cuenta estos aspectos, también será necesario aclarar quién puede ser considerado responsable de la causa del accidente dentro de la «cadena de producción».

En caso de que sea el software de navegación el que genere la causa del accidente, habrá que entender claramente si este software habrá sido suministrado por una realidad industrial independiente y quizás incluso garantizado directamente por la misma hacia el consumidor final, o si estará integrado y vendido como un elemento que forma parte del vehículo, tal y como lo vende el propio fabricante de automóviles. Esto es lo que ocurre con las actuales centralitas presentes en los coches.

Una tercera hipótesis es que los propios fabricantes desarrollen el software de navegación internamente, sin recurrir a terceros.

Todo esto genera potencialmente la base para posibles «reclamaciones» de seguros. Y es que, después de todo, los vehículos de autoconducción están asumiendo cada vez más el papel de «software con cuatro ruedas».

Estamos convencidos de que conocer todos estos datos nos permitirá crear productos cada vez más avanzados y adecuados a las futuras necesidades del mercado que generará la conducción autónoma.

La responsabilidad en la conducción autónoma

La responsabilidad en la conducción del futuro contempla también la creación de posibles fondos especiales de indemnizaciones. En este contexto, las empresas, así como las entidades legitimadas, tendrán que ser capaces de hacer su propia aportación, en un contexto más evolucionado que el estado actual. 

Habrá que actuar en coordinación con los demás actores del sector y con las opciones que nos sugiera el legislador. En un marco tan complejo, las compañías de seguros podrán cubrir los riesgos identificados de forma adecuada, contribuyendo al impulso de una creciente adopción de las nuevas tecnologías dentro del ecosistema de la movilidad. 

 

Foto: Guía de Movilidad de Reale via Linkedin

Reale Lab 1828

En Reale, nuestro centro de innovación Reale Lab 1828 busca constantemente nuevos retos. Tenemos la gran determinación de contribuir y apoyar al grupo en su transformación, creando sinergias y proyectos considerados de valor estratégico para el negocio. 

Así pues, intentamos estar lo más actualizados posible, participando como aseguradores y colaboradores activos en una serie de proyectos en el ámbito de la conducción autónoma en Italia.

Intentamos aprender todo lo que podemos y estar lo suficientemente reactivos y preparados para cualquier eventualidad futura, sabiendo que no todos los países del mundo están organizando la circulación de los vehículos de autoconducción de la misma manera. 

Sin embargo, existe un interés sistémico que contribuirá a la creación de intenciones compartidas entre los actores de las diferentes industrias, y todos los interesados necesarios en el ámbito de la conducción autónoma. Creemos que esto puede representar un impulso concreto hacia un desarrollo cada vez más rápido del ecosistema actual.